miércoles, 1 de mayo de 2013

En la maldita orilla.




En la maldita orilla, ahí es donde se quedó el Real Madrid anoche después de intentar remontar el resultado tan adverso que traía de Dortmund. En Wembley no será la décima, o al menos este año. El equipo de Mourinho lo intentó, en algunos momentos con muchas ganas y en otros con mucha desidia, pero al final estuvo a punto de rozar nuevamente la famosa épica del Bernabéu. Los que amamos el fútbol, por lo menos, pudimos disfrutar de un partidazo con dos grandes equipos que lo dieron todo en el verde, eso hay que agradecerlo, siempre.

Era muy difícil, eso ya lo sabíamos, y lo avisamos en este blog hace un día, pero como también comentamos, no era imposible (¿Remontadas? Dificilísimo, pero no imposible.). El equipo merengue, como se preveía, salió a por todas, unos 15 primeros minutos de vértigo que pudieron consagrar la remontada si los jugadores blancos no hubieran fallado las múltiples oportunidades clarísimas de que dispusieron. Hasta tres futbolistas tuvieron el gol en sus botas para por lo menos iniciar la remontada. Primero fue Higuaín, gracias a un buen pase de Ozil, que se plantó sólo delante de Weidenfeller y el portero alemán le sacó el disparo raso con los pies. La segunda, y aún más clara (aunque más difícil), fue para el que nunca falla esas ocasiones, para Cristiano. Magnífico desplazamiento en largo de Di María, Cristiano la controla espectacularmente, y cuando le cae el balón como se dice vulgarmente "a huevo", la estrella en el muñeco, una pena esa oportunidad, tratándose de Cristiano, un servidor la vio dentro. Y por último, y la más clara, fue para Ozil. Higuaín lo deja sólo, algo escorado a la derecha, con un formidable toque de calidad, sólo, y bien posicionado para su zurda, eligió mal. Tenía a Cristiano en la izquierda (en posible fuera de juego) y el palo largo muy disponible, pero eligió lo peor, el palo corto y con un disparo muy desviado. Y todo esto, que no es poco, en sólo 15 minutos. Si hubiera entrado alguna, ¿qué hubiera pasado? Pensar en eso sólo vale para martirizarse.

Cristiano en una de las oportunidades más claras del Real Madrid.

Cabe reseñar que entre esas tres oportunidades del equipo blanco, Lewandowski desaprovechó también una buena con media chilena, y el mejor de los alemanes, Mario Gotze se marchaba lesionado y en su lugar entraba Grosskreutz. Parecía que todo eran buenas noticias para los merengues, pero no sería así.

Gotze habla con el equipo técnico sobre su lesión, fue sustituido.

A pesar de que parecía que todo pintaba bien para el Real Madrid, de repente, le vino un bajonazo físico que le duró casi todo el partido. El Borussia de Dortmund, infinitamente mejor en el aspecto físico, empezó a controlar el partido a sus anchas y aunque no llevó mucho peligro, siempre que pasaban del centro del campo daban miedo, mucho miedo. Esto, el bajón físico del Real Madrid, y la aparición del Borussia en el partido, también fue dado por el inevitable bajón (valga la redundancia) del Santiago Bernabéu. No es una crítica a la afición, ni mucho menos, es comprensible que después de que los aficionados lo pusieran todo para el primer gol (como se había pedido por activa y por pasiva) los jugadores blancos erraran esas ocasiones tan clarísimas que  la afición, sí, la afición, les pusieron en bandeja. Todo esto, condujo a un mayor dominio del equipo alemán, que a partir del cuarto de hora, se encontró muy a gusto hasta casi el final del partido. Muy organizados, saliendo bien a la contra, y tocando bien la pelota cuando tenían que hacerlo. Especial mención a la primera parte de Gundogan, Reus y Hummels.

La segunda empezó igual, es decir, con dominio del Dortmund en casi todas las parcelas del campo, aunque los blancos mostraron en los minutos iniciales del segundo tiempo algo de rabia que finalmente no condujo a nada. Y siendo esta la situación, era inevitable que llegaran las ocasiones para el equipo alemán, y fueron muchas, y muy claras. Fueron tres, dos de Lewandowski y una de Gundogan. La primera del polaco hubiera sido gol si no fuera por el bote que le pegó el balón al disparar desde dentro del área, esas no las falla el polaco. La segunda de Robert, fue la más clara, y la que todo el mundo vio dentro. Recibe la pelota en el carril del 8, avanza rápido, y suelta un latigazo que hizo retumbar el larguero del Bernabéu, y al estadio también, no sé como no lo rompió en dos. Y la tercera era gol, todo el mundo vimos gol, menos Diego López. Pase de la muerte para Gundogan, sin oposición, desde 6 o 7 metros, portero batido, para su zurda. No remata muy bien, pero aún así debería haber sido gol si no fuera por la milagrosa parada de un espectacular Diego López. En todo este tiempo, el repaso del Borussia al Real Madrid era histórico, cada vez se parecía más a la ida, pero el paradón de Diego López a Gundogan hizo reaccionar al Bernabéu que volvió a calentar el partido porque sabía que todavía había tiempo, y faltó muy poco.

La inmejorable ocasión de Gundogan, antes de la inmensa parada de Diego López.

En el 83, a falta de apenas 7 minutos, Ozil ponía con su pierna menos buena una pelota por detrás de la defensa y Benzema (que entró minutos antes sustituyendo a Higuaín) ponía su pierna izquierda para remachar a la red. Gol, 1-0, el Bernabéu creía, el equipo creía, los jugadores creían, y los malagueños se la debían al Dortmund. El partido se volvió loco, el Bernabéu también, y eso hizo que llegará el segundo. Benzema controla una pelota en la línea de fondo que parecía que se perdía, recorta hacia dentro y ve a Ramos, se la pose rasa, el sevillano la controla (ante la pasividad de la defensa alemana) y mete un zurdazo a lo alto de la portería alemana. 2-0, y faltaban 2 minutos más el descuento. La afición reventando el Bernabéu, el ambiente para el equipo alemán era un auténtico infierno, para los blancos el mismísimo cielo. Howard Webb (que se comió una mano clara de Hummels, era falta peligrosa) descontó 5 minutos. Y llegó la mala noticia, para todos, menos para Klopp, se lesionaba Bender y se perdían casi dos minutos de la prolongación. El sueño de diluía, esa lesión enfrió el ambiente, y bajo el ánimo de los jugadores blancos, mermados físicamente. Aún así, Ramos pudo coronar su partidazo y la remontada con un cabezazo picado que se marchó por medio metro a falta de poquísimo para el final.

El gol de Sergio Ramos que hizo creer en la remontada.

Una lástima, el final llegó y el Bernabéu agradeció a los suyos el esfuerzo titánico durante los noventa y pico minutos. Algunos lloraron, como Ramos, otros ponían cara de asombro (por la afición) y de pena (por la eliminación). Creo que el Bernabéu se fue disgustado, han sido y siempre serán un equipo ganador, pero en el partido de vuelta no pudieron reprocharle nada a sus jugadores y le brindaron una merecida ovación al final del partido. El partido de ida fue otra cosa, no merecieron nada.

Casillas consuela a Sergio Ramos por la eliminación.

No habrá décima, este año, vendrá en otro de los siguientes, pero al menos se intentó. Siendo sincero, y desde el respeto, el Borussia fue justo merecedor del puesto en la final, tanto allí (goles y juego) como aquí (juego), los goles los puso el Madrid. El trabajo de Klopp ha sido exquisito, un auténtico baño táctico a Mourinho en los dos partidos de semifinales, y en los de la liguilla también. No merecieron pasar contra el Málaga, la suerte y un árbitro de medio pelo les sonrió, pero esta vez sí que lo merecieron los alemanes, y el fútbol no fue injusto con ellos, aunque debería haberlo sido (¿verdad malagueños?).

Se intentó, por activa y por pasiva, aunque era lo mínimo que se le podía exigir a un equipo con 9 copas de Europa. El fallo fue de Mourinho, al poner a Pepe de central en Dortmund, ayer Ramos le dio una clase al portugués, mejor dicho, a los dos portugueses. El fallo fue del Real Madrid, como bien dijo Ramos al terminar: "saliendo con la mitad de intensidad que hoy, no hubiera pasado lo de Dortmund", pues seguramente fuera así, pero en el fútbol nada se sabe, todo puede pasar. Los blancos remaron durante los primeros quince minutos, después naufragaron durante 65, para volver a remar a toda consta en los últimos 10, de esa manera, sólo pudieron llegar a la orilla, y quedar ahí. Maldita orilla.

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